NOTA:
ESTO ES SOLAMENTE UN PRUEBA, EL TEXTO ABAJO NO HA SIDO DEBIDAMENTE REVISADO O CORREGIDO, ESTOY PROBANDO EL ESPACIO DISPONIBLE, FORMATO, ETC. GRACIAS. Oscar
EL TORO
De la serie Sí señor
Escrito por Oscar Heck
Sí señor, es de madrugada y les escribo desde la cama donde me encuentro en este momento.
Les voy a contar lo que me pasó el otro día.
Como algunos de ustedes saben, vivo en un pueblito Andino de Venezuela que se encuentra a una altura de casi dos mil metros sobre el nivel del mar. Es un pequeño pueblo típico, simpático, y a veces frió, muy frío, pero de eso les hablaré en otra ocasión. Por ahora les cuento lo que me pasó hace tres días, o tal ves cuatro, o cinco, bueno, no se exactamente, y entenderán enseguida por qué no me acuerdo de este pequeño detalle.
Igual a la mayoría de los pueblos andinos, a veces hay mucha neblina, aun de día.
En esta ocasión, era de noche, y había mucha neblina, muchísima, y me encontraba caminando desde la parte alta del pueblo hacia la parte baja del pueblo donde vivo en un ranchito de zinc, sí, en un ranchito de zinc, no soy rico, nada rico, soy más bien un pobrecito pobre como todos los demás, así es, pero no me quejo, vivo tranquilo aquí en las montañas, bueno, tranquilo, normalmente. Pero bueno, de verdad, no es que sea tan pobre, es simplemente que me gusta vivir en ranchitos de zinc. Me gusta escuchar como la lluvia canta cuando cae sobre el techo y contra mis paredes, me da mucha alegría, sí señor, es sabroso, es como medicina para mi alma, para mi cabeza, sí señor. Saben, a veces la gente cree que soy loco, me dicen, ¿Como te puede gustar vivir en un rancho de zinc? ¿Pero saben qué? A mi no me importa, ellos no saben lo que se están perdiendo por vivir en bonitas casitas rosaditas de bloques y cerámica.
Ellos no saben.
Prefiero mi ranchito.
De todas maneras, fue de noche lo que ocurrió, era como las once de la noche, y había mucha neblina, muchísima, tanta neblina que no se veía mas allá de dos metros, pero tenía que regresar a mi rancho. Allí andaba, bajando desde el pueblo arriba hacia la parte baja, tranquilo, caminando, silbando, cuando de repente, cerquita de mi escuché, “Grrrrrrrrrrrrrr …,” o algo así, como el sonido de un toro de muy mal genio.
Bueno, de hecho, era un toro, y estaba de muy mal genio.
Se encontraba a mas o menos un metro y medio de mi persona cuando primero lo percibí. Paré de caminar, me paralicé, sentí que no podía moverme y que mi cuerpo se hundía, como si estaba siendo tragado por un profundo pozo de fango caliente debajo de mis pies. Si señor, creo que mi corazón paró de palpitar. Mi sangre se congeló y mi boca se secó. Bueno, me imagino que ustedes entienden lo que me pasaba, cómo me sentía, ¿verdad? Era horrible. ¿Ustedes se han encontrado, de noche, en plena neblina, frente a frente, cara a cara, y nariz a nariz con un toro bravo?
De todas maneras, allí me encontraba, inmovilizado, no sabiendo que hacer.
Mi mente daba vueltas, muchas vueltas, pero no le encontraba ningún sentido a nada, era como si no entendía nada, como si estuviera viviendo una pesadilla en un mundo de ciencia ficción, o en una película de horror. “Grrr … grrrrrr … grrrrrrrrrrr...” Fue entonces que, casi tocando el asfalto húmedo con su nariz gigante, el toro empezó a mover su inmensa cabeza de lado a lado, con sus inmensos cuernos, esos inmensos cuernos que ciertamente me iban a matar, así me lo imaginaba, estaba seguro que me iba a matar.
“Grrr … grrrrr … grrrrrrr.”
Y lo peor era que el toro parecía dirigir sus amenazas personalmente hacia mí, y yo no sabía por qué, ¿Qué le había hecho a ese toro?, nunca lo había visto antes, otros toros sí, porque siempre andan por allí en las calles con sus vacas, pero ese no, entonces me imaginé que ese toro era nuevo en el vecindario, y pensé que tal vez él como yo, tenía miedo, o me tenía miedo, o algo así.
Bueno, en caso, para asegurarme, miré hacia los lados y hacia atrás para ver si por casualidad el toro no estaba dirigiendo sus amenazas hacia otra persona, o tal vez hacia otro toro, no lo sé, pero, por mala suerte, no había nadie ni nada más alrededor. ¡Ay! Pensé, ¡Esta es mi muerte segura! ¡Ahora sí que voy a morir! Sentí otra vez que no podía respirar, pensaba que me iba a desmayar, sentí un calor extraño, pensaba que mi sangre se me iba a incendiar y que mi cabeza se me iba a caer del cuerpo, y así fue mi cabeza, dando vueltas y vueltas tratando de pensar mientras veía el toro sacudiendo su cabeza de lado a lado, cada vez con más brusquedad. Mientras trataba de recuperar mis sentidos, el toro empezó a echar humo por sus narices, sí señor, humo por sus narices, era increíble, yo pensaba que eso era solamente algo de comiquitas, pero no, yo lo vi personalmente, humo saliendo de sus narices, y al mismo el toro empezó a raspar sus patas contra el asfalto, sí señor, igual como en las comiquitas, pero esto no era una comiquita, era de verdad, y cada vez lo hacía más y más duro, y su cabeza parecía cada vez más como un columpio del diablo, o algo así, listo para atacarme.
¡Era tiempo de actuar!
A mi izquierda, al lado de la calle a como un metro de distancia se encontraba una reja de púas, entonces por allí no había escape, y frente a mí, bajando la calle hacia mi ranchito, se encontraba el toro. Hacia la derecha había un precipicio, y hacia arriba, detrás de mí subiendo la calle, se encontraba el pueblo desde donde había bajado. ¿Podría correr por allí para escaparme del toro? Lo pensé, pero como todos lo sabemos, el toro es un animal muy rápido, entonces non había salida.
No había escape, entonces me paré allí frente al toro, me sonreí un poquito, y esperé la muerte.
Esperaba morir sin dolor, eso es todo lo que me pasaba por la cabeza hasta que de repente, desde la calle arriba, pero mucho más arriba, escuché, “Muuu … muuu … muuu … muuu … muuu … muuu … ,” muchas vacas al mismo tiempo, y muchas veces seguido, buscando a su toro, sí señor, eran las vacas que el toro había perdido en la neblina, así lo calculé en el momento, y tuve razón. Como el toro, las vacas también andaban perdidas en la neblina, y probablemente estaban muy asustadas, mientras que el toro no solo andaba muy asustado, sino también muy enojado.
¡Eso era!
No es que el toro estaba bravo conmigo, no, el toro estaba buscando a sus vacas, pero por mala suerte --- para él y para mí --- el toro se encontró conmigo en vez, eso es lo que estaba pasando.
Bueno …
De repente el toro volteó la cabeza hacia el pueblo arriba y eso fue cuando aproveché de escaparme dirigiéndome hacia el pueblo abajo y dándole la vuelta al toro mientras él se concentraba en los mugidos de sus vacas. Pareciera que al escuchar mugir a sus vacas, el toro se había olvidado de mí por completo, tanto así que ni me vio cuando le di la vuelta.
¡Me había salvado!
Pero, para estar seguro, después de unos pocos metros, me paré en la neblina, esperé unos segundos, y cuando vi que el toro no me seguía, seguí mi camino hacia mi rancho sin mirar hacia atrás.
Tranquilo.
Los mugidos del toro y de las vacas se alejaban.
¡Que bueno! ¡Que suerte!
Mi corazón empezó a funcionar y mis pulmones empezaron a respirar, mi mente se aclaró --- pero no la neblina --- y me sonreí dándole las gracias al universo. En esa neblina, aliviado, y sintiéndome confiado, empecé a cruzar la calle hacia mi ranchito. Estaba cerca, me faltaban pocos pasos cuando de repente sin ninguna advertencia escuché una moto y enseguida un tremendo ruido, como en las películas de acción, el tremendo ruido de metal y carne humana chocando violentamente contra piedras, paredes, y asfalto, o algo así.
Lo que pasó fue que la moto me atropello, y casi me mató.
Si señor.
Por eso les escribo desde la cama aquí en este hospital.
Sí señor.
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